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Un Recorrido por el Castillo de Praga

Cuando llegamos a Hradcany, sentimos que Praga nos recibe desde lo más alto, con esa mezcla de historia y grandeza que la hace única. Este barrio no es solo un lugar bonito para pasear sino que es el corazón del poder checo durante más de mil años. Aquí se levanta el Castillo de Praga, un gigante que ha visto pasar reyes, emperadores, guerras y revoluciones, y que hoy nos abre sus puertas para que descubramos sus secretos.

En este artículo vamos a recorrer juntos qué ver en Hradcany y el Castillo de Praga contando lo que hicimos, paso a paso. No queremos darte una lista fría de monumentos, sino contarte la historia que hay detrás de cada rincón, las curiosidades que hacen especial la visita y los consejos prácticos que nos habría gustado saber antes de ir.

Y es que visitar el Castillo de Praga no es solo ver un monumento, es entender el alma de la ciudad. Como es un recinto muy grande, si no te quieres perder nada te recomendamos hacer esta visita guiada por el Castillo de Praga.

Breve historia del Castillo de Praga

El Castillo de Praga nació en el siglo IX, cuando los príncipes de Bohemia levantaron aquí una primera fortaleza de madera. Desde entonces, este lugar nunca dejó de transformarse. Cada época dejó su huella: templos románicos, torres góticas, palacios renacentistas y fachadas barrocas que hoy conviven en un mismo recinto.

Durante la Edad Media se convirtió en la residencia de los reyes de Bohemia y en uno de los centros de poder más influyentes del Sacro Imperio Romano Germánico. La Catedral de San Vito, donde se coronaban los monarcas y descansan figuras clave de la historia checa, es el mejor testimonio de ese esplendor.

Praga - Castillo de Praga - Vista General

El castillo también conoció épocas de crisis y abandono. En el siglo XVI, bajo el reinado de Rodolfo II, vivió su momento más brillante como refugio de artistas, alquimistas y científicos. Pero más tarde cayó en decadencia, hasta que en el siglo XX recuperó su papel como símbolo nacional, primero como sede presidencial de Checoslovaquia y hoy de la República Checa.

Entre sus muros no solo se escribieron páginas solemnes de la historia europea, también hay rincones llenos de vida cotidiana, como el pintoresco Callejón del Oro, donde vivieron artesanos y hasta el propio Franz Kafka. Por eso, recorrer el castillo es entender cómo la historia, la política y la cultura se entrelazan en un mismo lugar.

Qué visitar en el Castillo de Praga

Plaza de Hradcany

Antes de cruzar las puertas del castillo, nuestra primera parada fue la Plaza de Hradcany, un auténtico salón de bienvenida al barrio y al complejo monumental. Aquí todo respira elegancia y poder. Frente a nosotros se alzaba la entrada principal del castillo, custodiada por las famosas rejas de hierro forjado y las esculturas de gigantes luchadores que parecen congelados en pleno combate.

Pero la plaza es mucho más que un simple acceso. Está rodeada de palacios barrocos y renacentistas que recuerdan que este era el lugar de residencia de la élite. A un lado destaca el Palacio Arzobispal, con su fachada blanca y decoraciones rococó, residencia oficial del arzobispo de Praga desde el siglo XVI. Enfrente, el Palacio Schwarzenberg sorprende con sus muros en esgrafiado, como si la piedra estuviera dibujada a mano. Y un poco más allá, el Palacio Sternberg, que hoy alberga parte de la Galería Nacional de Praga, guarda obras maestras del arte europeo.

Praga - Castillo de Praga - Patio de Honor

Mientras caminábamos por la plaza, era fácil imaginarla en siglos pasados con carrozas llegando para ceremonias, recepciones fastuosas o desfiles militares. Hoy, en cambio, el ambiente es más cotidiano con turistas, músicos callejeros y ese murmullo de quienes, como nosotros, se preparan para entrar en el corazón del Castillo de Praga.

Comenzando el recorrido por el Castillo de Praga

Con la Plaza de Hradčany a nuestras espaldas, cruzamos las Puertas de Matías, adornadas con esculturas de titanes luchando. No es un detalle casual ya que es como si quisieran recordarnos que este lugar ha sido escenario de intrigas y disputas de poder durante siglos.

Al entrar, llegamos al Patio I, una explanada que ya deja entrever la magnitud del complejo. Desde aquí asoma la silueta de la Catedral de San Vito, que domina el horizonte y nos llama a seguir avanzando.

Unos pasos más allá nos encontramos con el Patio II, presidido por una fuente barroca y la fachada principal del castillo, hoy sede de la presidencia de la República Checa. Es curioso pensar que en este mismo espacio, siglos atrás, se celebraban torneos y fiestas cortesanas… y también se tramaban conspiraciones que podían cambiar el destino de Europa.

Cada fachada del recorrido cuenta una historia distinta: el gótico, el renacimiento y el barroco conviven como si fueran parte de un mismo relato. Y lo mejor es que esta introducción al recinto solo es el inicio: al fondo nos espera la joya del castillo, la Catedral de San Vito.

La Catedral de San Vito, el alma espiritual de Praga

Al cruzar el Patio III, se nos corta la respiración. La Catedral de San Vito se alza imponente, con sus torres góticas apuntando al cielo como si quisieran tocarlo. La fachada, llena de esculturas y detalles, es un auténtico libro de piedra que narra siglos de fe y poder.

Su historia es casi tan impresionante como su arquitectura. Carlos IV ordenó su construcción en el siglo XIV, pero no fue hasta 1929 cuando se completó del todo. Seis siglos de trabajo dieron como resultado un templo donde se mezclan estilos: gótico, renacentista y neogótico.

Praga - Catedral San Vito

Dentro, la luz se transforma. Los rayos atraviesan las vidrieras y tiñen de colores vivos la nave central, creando una atmósfera mágica. Entre todas, destaca la diseñada por Alfons Mucha, un referente del modernismo checo que convirtió el cristal en una obra de arte viva.

La Capilla de San Wenceslao es otro de los rincones imprescindibles. Sus muros decorados con piedras semipreciosas nos recuerdan que aquí se custodia la puerta hacia las joyas de la corona de Bohemia, aunque solo se exhiben en ocasiones muy especiales.

Mientras caminamos, sentimos que cada paso es un viaje en el tiempo. En este lugar descansan reyes como Carlos IV y santos venerados, pero también se celebraron coronaciones y funerales de Estado que marcaron la historia de Europa Central.

El Antiguo Palacio Real y la Sala Vladislav

Desde la majestuosidad de San Vito, nos dirigimos al Antiguo Palacio Real, un edificio que a primera vista puede parecer sobrio, pero que guarda en su interior algunos de los episodios más importantes de la historia de Bohemia. Durante siglos fue la residencia de los reyes, y todavía se respira en sus muros la solemnidad del poder.

Al subir por sus escaleras de piedra llegamos a la Sala Vladislav, un espacio inmenso que deja sin palabras. Su techo gótico, con bóvedas que parecen flotar en el aire, convierte la sala en un escenario digno de reyes y caballeros. Aquí se celebraban banquetes, coronaciones y hasta torneos de caballeros bajo techo, un detalle que nos hace imaginar el bullicio y la pompa de aquellos tiempos.

Praga - Sala Vladislav

Desde las ventanas, nos asomamos al patio donde tuvo lugar la célebre Defenestración de Praga, aquel episodio de 1618 que encendió la chispa de la Guerra de los Treinta Años y que cambió para siempre el destino de Europa. Pocos lugares tienen la capacidad de concentrar tanta historia en tan pocos metros cuadrados.

¿Qué fue la Defenestración de Praga?

Fue un acto de protesta contra las políticas religiosas de los Habsburgo en el que un grupo de nobles protestantes arrojó por la ventana del Castillo de Praga a dos gobernadores católicos y a su secretario. Aunque sobrevivieron a la caída, el incidente simbolizó la ruptura entre las facciones religiosas en Bohemia y marcó el inicio de uno de los conflictos más devastadores de Europa, la Guerra de los Treinta Años.

El recorrido nos lleva después a las antiguas salas donde se reunía la Dieta de Bohemia, el parlamento de la época, y no cuesta imaginar debates, intrigas y conspiraciones.

La Basílica de San Jorge, sencillez que emociona

Tras la solemnidad del Antiguo Palacio Real, llegamos a la Basílica de San Jorge, uno de los rincones más antiguos del Castillo de Praga. Su fachada, de tonos rojizos y flanqueada por dos torres blancas, sorprende por la sobriedad. Es un contraste absoluto frente al esplendor gótico de San Vito, y quizá por eso transmite una serenidad especial.

Fundada en el siglo X, fue el primer convento femenino de Bohemia y lugar de oración de las monjas benedictinas. Al entrar, el ambiente cambia: muros de piedra desnuda, luz tenue que se cuela por pequeñas ventanas y un silencio que parece suspendido en el tiempo. Aquí reposan figuras clave como Vratislav I, y aún se conservan frescos medievales que nos hablan de una fe más austera, más íntima.

Praga - Basílica de San Jorge

Es un lugar para detenerse, respirar y sentir que estamos caminando por uno de los espacios más antiguos y auténticos del castillo.

El Callejón del Oro, un rincón de cuento (con un toque de Kafka)

De la sobriedad románica pasamos a un rincón lleno de color y vida: el Callejón del Oro. Esta callejuela estrecha, flanqueada por casitas diminutas de colores vivos, parece sacada de un cuento. El ambiente es vibrante y turístico, pero basta mirar sus detalles para entender que aquí también se esconde historia.

Construidas en el siglo XVI para los guardias del castillo, pronto se llenaron de orfebres y artesanos que dieron nombre al lugar. Hoy muchas de estas casas recrean talleres y estancias de época: pequeñas cocinas, armaduras, utensilios y objetos que nos transportan a la vida cotidiana de hace siglos.

Praga - Callejón del Oro

La parada más especial la hacemos frente a la casa número 22, donde vivió durante un tiempo Franz Kafka. Imaginar al escritor trabajando en este diminuto espacio, rodeado de bullicio y color, es un contraste tan fuerte como fascinante.

Al final del callejón nos espera la torre Daliborka, que fue prisión en la Edad Media y desde donde se abren vistas preciosas hacia Malá Strana. Si el sol empieza a caer, este rincón nos regala una de las estampas más fotogénicas del recorrido.

Los jardines del Castillo de Praga

Después de recorrer patios, iglesias y pasadizos, buscamos un respiro, y lo encontramos en los jardines del Castillo de Praga. Salir a este espacio verde es como abrir una ventana después de horas entre piedra e historia.

Los más impresionantes son los jardines del sur, diseñados en el siglo XVI con un marcado aire renacentista. Sus senderos bordeados de setos, sus fuentes y sus rincones escondidos nos invitan a pasear sin prisa. Pero lo que realmente los convierte en un lugar único son sus miradores: desde aquí, Praga se despliega como una postal viva.

Praga - Castillo de Praga - Vistas

Ante nuestros ojos se extienden los tejados rojos de Malá Strana, el río Moldava y, al fondo, el perfil inconfundible del Puente de Carlos. Es en este punto donde comprendemos por qué el Castillo es el corazón de la ciudad: todo gira en torno a él.

Nuestra visita al Castillo de Praga

Cuando salimos del Castillo de Praga y miramos atrás, sentimos que no hemos visitado un simple monumento, sino que hemos recorrido mil años de historia en unas pocas horas.

Este lugar no es solo piedra y arte, es el corazón de Praga, el escenario donde se han tomado decisiones que cambiaron Europa, donde reyes y emperadores dejaron su huella, y donde hoy nosotros podemos caminar libremente, sintiendo que formamos parte de algo mucho más grande.

Si hay un sitio que explica por qué Praga es conocida como la ciudad de las cien torres, es este. Porque desde sus jardines, con la ciudad extendiéndose a nuestros pies, entendemos que todo lo que hemos visto, puentes, torres y tejados rojos, gira en torno a este castillo. Y cuando cae la tarde y el sol tiñe de dorado las piedras, sabemos que esta visita no se nos va a olvidar nunca.

Puedes encontrar más información en la página oficial del Castillo de Praga.

Lugares que Visitar