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Diario de viaje. 4 días en San Sebastián y Guipúzcoa en un segundo viaje (…o quizás el sexto)

Decimos que es nuestro segundo viaje, pero en realidad ya hemos perdido la cuenta: ¿el quinto? ¿el sexto? Lo cierto es que volvemos siempre que podemos, porque esta tierra nos atrapa con su belleza, su cultura y su historia. Y aunque ya conocemos bien San Sebastián, en esta ocasión quisimos explorar más a fondo la provincia de Guipúzcoa, descubriendo rincones a los que aún no habíamos llegado.

Por supuesto, no dejamos pasar la oportunidad de pasear por la Playa de la Concha, recorrer la Parte Vieja y disfrutar de su ambiente y gastronomía. Para nosotros, son casi rituales de bienvenida cada vez que regresamos.

Este diario recoge nuestro viaje en familia durante la Semana Santa de 2025. Una escapada llena de paisajes, monumentos, historia y momentos especiales que, una vez más, nos dejaron con ganas de volver.

La preparación del viaje

Como en la mayoría de nuestros viajes por España, elegimos el coche como medio de transporte. Nos da libertad para movernos a nuestro ritmo y, sobre todo, nos permite llegar cómodamente a lugares más alejados de las grandes ciudades.

En esta ocasión nos alojamos en las afueras de San Sebastián, concretamente en Oiartzun, en el B&B HOTEL Donostia San Sebastián Aeropuerto. Es un hotel sencillo, con servicios básicos, pero muy cómodo y práctico para moverse por la zona. Está situado en un polígono industrial, junto a un gran hipermercado y con amplio aparcamiento gratuito, lo cual facilita mucho la logística cuando viajas en familia.

Reconocemos que no es la zona más atractiva para alojarse, pero como sabréis, encontrar alojamiento asequible en San Sebastián,—y más aún en Semana Santa, no es tarea fácil. Las habitaciones eran amplias, limpias y bien equipadas. Si tuviéramos que poner un «pero», sería el desayuno, que resultaba un poco repetitivo.

Por cierto, como siempre, os recomendamos esta página para conseguir noches de hotel gratis, una opción que seguimos utilizando con frecuencia para abaratar nuestros viajes.

Día 1. Rumbo al País Vasco con parada en Vitoria

El viaje desde Madrid hasta San Sebastián ofrece muchas posibilidades para hacer paradas interesantes. En otras ocasiones nos habíamos detenido en Burgos, una ciudad que nos encanta, pero esta vez elegimos Vitoria, la capital del País Vasco, para comer y dar un paseo.

Aparcamos cerca de la Plaza de la Virgen Blanca, el auténtico corazón de la ciudad. Desde allí comenzamos una caminata tranquila por las calles del Casco Antiguo, una de las zonas mejor conservadas del norte de España. Es fácil sentir que viajas a otra época mientras se recorren sus callejuelas empedradas, muchas de ellas con murales que forman parte de un original itinerario artístico conocido como la Ruta de los Murales.

Tras una comida agradable, regresamos al coche paseando por la Calle Dato, una de las arterias principales de Vitoria. Si has leído El silencio de la ciudad blanca, seguro que reconocerás algunos de los rincones que aparecen en la novela. A nosotros nos hizo especial ilusión revivir algunas escenas paseando por los escenarios reales del libro.

Ya por la tarde llegamos a nuestro hotel en Oiartzun. Vimos que la noche iba a ser lluviosa, así que optamos por comprar algo de cena en el hipermercado cercano y quedarnos a descansar. Era solo el primer día, y nos esperaba una ruta muy completa por delante.

Día 2. Loiola, Oñati y el Santuario de Arantzazu

Tras desayunar en el hotel, que como comentamos era correcto aunque algo repetitivo, pusimos rumbo al interior de Guipúzcoa para comenzar una jornada muy especial, cargada de historia y espiritualidad.

El Santuario de Loyola y Azpeitia

Nuestra primera parada fue el Santuario de Loyola, en el barrio homónimo de la localidad de Azpeitia. Allí se encuentra la majestuosa basílica barroca construida en torno a la casa natal de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Rodeado de jardines y de un entorno que invita a la reflexión, el santuario impresiona tanto por su arquitectura como por su significado histórico. Paseamos por el exterior bajo una fina llovizna y, más tarde, recorrimos el interior con calma, admirando la mezcla entre sobriedad y grandeza.

Después de la visita nos acercamos al centro de Azpeitia, donde dimos un paseo tranquilo por sus calles y visitamos el Museo Vasco del Ferrocarril, una propuesta original y muy entretenida, especialmente si se viaja con niños. Alberga locomotoras de vapor, tranvías antiguos y todo tipo de piezas históricas relacionadas con el desarrollo del ferrocarril en Euskadi.

Oñati y el Santuario de Arantzazu

La carretera nos llevó después hasta Oñati, una de las localidades más bonitas y elegantes del interior guipuzcoano. Su joya principal es la Universidad Sancti Spiritus, un edificio renacentista del siglo XVI que fue la única universidad del País Vasco hasta el siglo XIX y una de las primeras en admitir mujeres en España, algo realmente insólito para la época. Solo por contemplar su fachada plateresca ya merece la visita.y considerada uno de los mejores ejemplos de arquitectura renacentista del País Vasco. También merece la pena visitar la Iglesia de San Miguel, con su puente exterior y su imponente fachada.

Después, comimos muy bien en uno de los bares de la Plaza Mayor, y además a un precio más que razonable, algo que siempre se agradece en estos tiempos en los que parece que todo está por las nubes.

Por la tarde subimos al Santuario de Arantzazu, uno de los templos más singulares del País Vasco. Aunque una espesa niebla nos impidió disfrutar plenamente de su espectacular enclave natural, sí pudimos visitar su interior. El santuario actual, de estilo vanguardista, fue reconstruido en los años 50 y cuenta con aportaciones de algunos de los artistas vascos más importantes del siglo XX, como Jorge Oteiza (autor de las esculturas de los apóstoles en la fachada) o Eduardo Chillida, que diseñó las puertas.

Es un lugar que no deja indiferente: una mezcla de fe, arte y paisaje que impresiona tanto por su historia como por su estética.

Ya de vuelta en Oiartzun, cenamos en un restaurante cercano al hotel, comentando todo lo vivido durante el día y preparándonos para el regreso a San Sebastián al día siguiente.

Día 3. San Sebastián, como la primera vez

El tercer día del viaje nos recibió con el mejor tiempo hasta el momento. Aunque era abril, la temperatura era muy agradable y, por fin, la lluvia nos dio una tregua. Un día perfecto para redescubrir San Sebastián, una ciudad que nunca se cansa uno de visitar.

Empezamos la ruta en la Catedral del Buen Pastor, un templo neogótico construido a finales del siglo XIX que destaca por su aguja de 75 metros, visible desde muchos puntos de la ciudad. Desde allí fuimos bajando por las orillas del río Urumea, disfrutando del paisaje urbano hasta alcanzar el Paseo Nuevo, que rodea el Monte Urgull y ofrece unas vistas espectaculares del mar Cantábrico rompiendo contra las rocas.

San Sebastián - Catedral del Buen Pastor

La caminata nos llevó hasta la Parte Vieja, uno de los rincones más increíbles de San Sebastián. Entre callejuelas llenas de historia, fachadas señoriales y bares de pintxos, llegamos al Ayuntamiento, ubicado en un antiguo casino de estilo Belle Époque, frente a los jardines de Alderdi Eder.

Desde allí nos dirigimos hacia la joya natural de la ciudad, la Playa de la Concha, que recorrimos de punta a punta, sin prisas, hasta llegar a la Playa de Ondarreta. Al fondo nos esperaba uno de los emblemas culturales de la ciudad, el Peine del Viento, la famosa escultura de Eduardo Chillida, integrada en las rocas y en el paisaje como si hubiera estado allí desde siempre. Los niños se lo pasaron en grande haciéndose fotos con las esculturas.

Y si algo les gustó más aún, fue la siguiente parada, la subida al Monte Igueldo, desde donde se obtienen unas vistas incomparables de la bahía. El pequeño parque de atracciones que hay en la cima conserva ese aire retro de otras épocas y, aunque las atracciones se pagan por separado (y no son precisamente baratas), la experiencia bien merece la pena.

San Sebastian - Playa de la Concha
San Sebastián

Nos habría encantado completar el día con una excursión a la Isla de Santa Clara, algo que tenemos pendiente desde hace tiempo, pero ya no quedaban billetes para los barcos. Así que nos guardamos esa pequeña espina… y otra buena excusa para volver.

Así terminó nuestro día más completo en San Sebastián. Mar, cultura, diversión en familia y esa sensación de que, por muchas veces que vengas, esta ciudad siempre te sorprende.

Día 4. Tolosa, Zumárraga y Zumaia: historia, montaña y mar

Para nuestro último día completo en Guipúzcoa preparamos una ruta circular muy variada que combinaba tres elementos que nos encantan: historia, naturaleza y planes para disfrutar en familia.

La visita a Tolosa

Comenzamos en Tolosa, una ciudad con carácter e historia. No mucha gente sabe que fue capital de Guipúzcoa durante parte del siglo XIX. Su casco antiguo, con soportales y plazas llenas de vida, conserva un aire señorial. Pasear por sus calles es retroceder en el tiempo.

Pero si algo convirtió la visita en una experiencia muy especial fue el TOPIC, el Museo y Centro Internacional de la Marioneta, situado en la Plaza de Euskal Herria. La atención fue magnífica y es que al llegar, la persona de la taquilla nos explicó con mucha amabilidad el recorrido, algunas palabras en euskera y curiosidades del museo. Éramos los únicos visitantes en ese momento y casi recibimos una visita guiada improvisada. Luego llegaron más personas, todas con la misma cara de asombro y fascinación.

La Ermita de La Antigua, en Zumárraga

Desde Tolosa nos dirigimos hacia Zumárraga, dejando atrás el bullicio urbano para adentrarnos en el corazón verde de la provincia. Aunque inicialmente habíamos valorado visitar el Centro de Interpretación del Queso de Idiazábal, no nos daba tiempo, así que fuimos directamente a uno de los lugares más sorprendentes del día, la Ermita de La Antigua.

Este templo, ubicado en lo alto de una colina, parece sencillo desde el exterior, pero su interior es una auténtica joya. El techo de madera, su estructura de dos alturas y el ambiente casi mágico lo convierten en uno de los lugares más sorprendentes del patrimonio religioso vasco. No en vano, muchos lo consideran la «catedral de las ermitas» y forma parte de la Ruta de los 3 Templos junto los que ya habíamos visitado días anteriores.

Zumaia y su flysch

Y para cerrar el día, fuimos desde la montaña hasta la costa. Nuestro destino era Zumaia, en pleno corazón de la famosa Ruta del Flysch. Esta formación geológica, donde las capas de roca cuentan millones de años de historia de la Tierra, es un paraíso para geólogos y amantes de la naturaleza. Paseamos por la costa y visitamos también la Ermita de San Telmo, colgada sobre los acantilados y con unas vistas espectaculares del Cantábrico. La ermita se ha hecho aún más conocida por aparecer en películas como Ocho apellidos vascos.

Aunque ya conocíamos otros pueblos cercanos como Getaria, Zarautz o Mutriku, en esta ocasión preferimos centrarnos en Zumaia para que los niños descubrieran esta maravilla natural que aún no conocían.

Para despedir el día, nos acercamos a Hondarribia solo para cenar, ya que es una localidad que ya habíamos visitado en otras ocasiones. Pero siempre es un placer volver, aunque solo sea para disfrutar de un buen pescado fresco frente al mar.

El final del viaje… y las ganas de volver

Nuestro viaje por San Sebastián y Guipúzcoa llegaba a su fin, pero las sensaciones que nos llevamos fueron tantas que parecía que hubiéramos estado mucho más tiempo. Cuatro días que supieron a poco, y que nos dejaron con una lista aún más larga de planes pendientes.

Nos marchamos sin visitar el Centro de Interpretación del Queso de Idiazábal, sin ir en barco a la Isla de Santa Clara, sin caminar por las minas de Arditurri o perdernos por los senderos del Parque Natural de Aiako Harria. Pero no pasa nada. Viajar también es eso, dejar lugares por descubrir, excusas para volver.

El trayecto de vuelta lo hicimos sin paradas, con el coche lleno de recuerdos, de risas y de conversaciones sobre lo que más nos había gustado. Y sobre todo, con esa sensación tan bonita de haber compartido en familia un viaje que, como los anteriores por esta tierra, se queda grabado en la memoria.

Gracias por acompañarnos en esta ruta. Si te ha gustado este diario, no te pierdas las próximas entradas del blog. Y ya sabes, si quieres inspiración para tu próximo viaje por España, aquí siempre encontrarás un lugar al que volver. Puedes también leer nuestros otros diarios de viaje a San Sebastián:

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