Situada bajo la Iglesia de los Capuchinos de Viena encontramos la Cripta Imperial, el lugar donde se encuentran las tumbas de los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, es decir las tumbas de la dinastía de los Habsburgo.
En la Cripta Imperial de Viena podemos encontrar casi 150 sarcófagos con los restos de los emperadores y las emperatrices así como sus descendientes desde 1633 hasta los últimos miembros de la realeza antes del fin de la monarquía.
El último que fue enterrado aquí fue Otto Habsburgo, en 2011.
Visitar la Cripta Imperial de Viena
La iglesia de los Capuchinos poco tiene de especial. Tiene una fachada exterior muy austera con un interior no menos sencillo. Pero lo importante de esta iglesia está en la cripta.
Una vez bajamos a la cripta vamos viendo los diferentes sarcófagos, algunos realmente impresionantes. Todos los sarcófagos son de metal, aunque no siempre el mismo, excepto uno que es de piedra, el de Francisco José I.
A lo largo del recorrido vamos pasando por diferentes estancias y lo más probable es que si no eres un experto en la historia de los Habsburgo no conozcas a nadie de los que están allí.
Hasta que llegas a la llamada Bóveda de María Teresa donde se encuentra el sarcófago de la famosa emperatriz austriaca.

Los restos de María Teresa se encuentran en un sarcófago doble junto a su esposo Francisco I en el que es posiblemente el más impresionante de la Cripta Imperial.
Pero también es muy interesante, más que nada por la fama de los que allí se encuentra ya que los sarcófagos son menos espectaculares que otros, la Bóveda de Francisco José.
En ella se encuentran 3 tumbas, la del propio Francisco José, la de su esposa Isabel de Wittelsbach (más conocida como Sissi) y la del hijo de ambos el Archiduque Rodolfo.
Es habitual ver estas tumbas rodeadas de flores.
El rito funerario de los Habsburgo
Muy curioso es el rito que se sigue para que uno de los Habsburgo sea enterrado aquí. En primer lugar se embalsama el cadáver y se extraen los intestinos, ojos y el cerebro, que se depositan en una urna de cobre en la Catedral de San Esteban.
Mientras tanto, el corazón es depositado en una urna de plata y se envía a la Cripta de los Corazones de los Habsburgo de San Agustín, que también se encuentra en Viena.
Los cuerpos se introducen en un ataúd de madera decorado con terciopelo que a su vez se introduce en el sarcófago, cerrado con 2 llaves, una de las cuáles quedará en posesión de los monjes capuchinos y la otra en manos de la familia real.
Después del funeral toca bajar el sarcófago a la Cripta. En ese momento, el maestro de ceremonias llama a la puerta con un bastón y el custodio de la puerta pregunta «¿quién solicita entrar?».
El maestro de ceremonias responde con el nombre del fallecido junto a todos títulos nobiliarios que ostenta a lo que el custodio responde «no le conocemos».
En ese momento se golpea la puerta por segunda vez y se vuelve a preguntar quién solicita entrar. En esta ocasión, la respuesta es el nombre seguido únicamente de los títulos más importantes.
Pero de nuevo la respuesta es «no le conocemos«. Tiene que haber una tercera llamada a la puerta y nuevamente se pregunta quién solicitar entrar. Ahora el maestro de ceremonias responde únicamente con el nombre de pila y la coletilla «un humilde pecador», abriéndose entonces la puerta y continuando el recorrido hasta el lugar en el que descansará eternamente.
Puedes encontrar más información en la página oficial de la Cripta de los Capuchinos, aunque únicamente se encuentra en alemán.