Muy cerca del Vaticano nos encontramos con uno de los castillos más famosos y fotografiados del mundo.
Se trata del Castillo de San’t Angelo, también llamado Mausoleo de Adriano, y que es conocido con el sobrenombre de «El Guardián de Roma».
Forma un espléndido conjunto con el puente que cruza el Río Tiber, el Puente de San’t Angelo, y a pesar de haber sido construido en el siglo II está perfectamente conservado.
Historia del Castillo de San’t Angelo
Fue el Emperador Adriano el que ordenó su construcción en el año 135 para convertirse en su propio mausoleo aunque sus obras finalizaron en el 139 un año después de su muerte.
A pesar de ello, sus cenizas fueron depositadas allí mientras se construía justo después de morir.
También fueron depositadas allí las cenizas de su esposa y sus hijos y de diferentes emperadores posteriores como Marco Aurelio o Septimius Severus.
Más tarde, en el siglo V, el mausoleo fue reconvertido también en fortaleza tras integrarse en la muralla aureliana, lo que no pudo evitar que tras un ataque visigodo en el año 410 se perdieran las cenizas y tumbas de su interior.

Debido a ello, el Castillo de San’t Angelo fue sufriendo varias remodelaciones y también ampliaciones, siendo una de las más importantes, el pasadizo de 800 metros que el Papa Nicolás II mandó construir en 1277 para comunicarlo con el Vaticano y que el Papa pudiera escapar en caso de peligro.
Hoy en día es unos de los monumentos más interesantes de Roma y que todo el mundo aprovecha para visitar combinándolo con la visita al Vaticano.
Qué ver en el Castillo de San’t Angelo
Visitar el interior del Castillo de San’t Angelo no es tampoco imprescindible
Aunque si quieres disfrutar de unas vistas geniales desde su parte superior entonces sí que te recomendamos que lo hagas. Lo que sí es imprescindible es pasear por los alrededores.
Dentro del edificio existen diferentes maquetas que te servirán para comprender su historia y su evolución y también te ayudarán en el recorrido que puedes realizar en su interior.
Cuando entras en el castillo ascenderás por una rampa helicoidal que rodea el mausoleo y que te llevará hasta la Cámara de las Cenizas donde fueron enterrados los personajes que aquí estuvieron.
Otra de las zonas destacables es la fortaleza en sí.
En ella encontramos diferentes celdas donde vivieron numerosos prisioneros y comprenderemos el papel del edificio durante la Edad Media y hasta el siglo XIX.
También hay que destacar la parte destinada al Palacio en donde encontramos numeroso frescos en el techo y la decoración renacentistas de sus estancias. Tiene forma de laberinto y esta parte fue destinada a residencia papal.
Desde el siglo XIX, el edificio comenzó a ser administrado por el ejército italiano y en 1925 se creó el Museo Nacional del Castillo de San’t Angelo exponiendo importantes muestras de cerámica, pintura, escultura y también armas.
Por último, no hay que olvidar subir hasta la terraza superior y disfrutar de unas vistas únicas de San Pedro del Vaticano y desde donde podremos ver también el pasadizo que une el castillo con la Basílica.
El Puente de San’t Angelo
No nos podemos olvidar de uno de los puentes más bonitos de Roma.
El Puente de San’t Angelo Forma un conjunto muy especial con el castillo y tiene su origen en la época romana aunque sólo se conservan de entonces los tres arcos centrales.
Actualmente es un puente peatonal que cruza el Río Tiber por el que es una delicia pasear y admirar las dos esculturas de San Pedro y San Pablo que hay en su entrada y que datan del siglo XVI así como las diferentes estatuas que fueron esculpidas por discípulos de Bernini. Y dos de ellas además por el propio genio italiano
Puedes encontrar más información en la página oficial del Castillo de San’t Angelo.